lunes, 5 de junio de 2017

Predicar en el desierto


Desde que descubrí la obra de Alice Miller me he dedicado al "proselitismo". Necio de mí. Nadie quiere saber la verdad. La inmensa mayoría de las personas preferirían que les clavaran astillas debajo de las uñas o que les quemaran los pies con brasas ardientes antes que asumir que sus padres no son unos seres maravillosos, que no los quisieron como ellos necesitaban. Es así. La sociedad está montada así. Los grandes beneficiados son los malos padres, que obtienen el cariño y el respeto que no se ganaron. Los grandes perjudicados son los hijos maltratados, que al no poder dirigir su odio contra los verdaderos culpables acaban odiándose a sí mismos. De esta forma el trastorno mental permanece de por vida, sin ninguna posibilidad de curación. 
No han sido pocos los problemas que he tenido con lo del proselitismo. Un amigo que padece un severo trastorno de la personalidad me acusó de decir cosas horribles de su madre y dejó de hablarme durante meses. Yo sólo trataba de hacerle ver que sus problemas mentales habían sido provocados por su madre, que no le habían tocado en una lotería genética. La reacción fue casi violenta. Es inútil. Predico en el desierto. Ahora comprendo lo que debió sufrir Alice Miller ante la indiferencia de la comunidad científica.
Hace poco tuve otro encontronazo por este mismo asunto. Se trataba de una bloguera, admirable por otra parte. Esta chica narra en su blog las dificultades de vivir con un trastorno mental. Lo primero que me llamó la atención en su blog es la cantidad de veces que repetía que sus padres habían sido unos progenitores admirables y que la condena de sufrir un trastorno mental se debía únicamente a una cuestión biológica. Había heredado el trastorno mental en sus genes, según ella. Pero a la par que decía esto nos regalaba con párrafos realmente esclarecedores:

"Desde pequeña tenía que hacer todo lo que mis padres querrían aún sin pedírmelo, además  me auto proclamé cuidadora de ellos, especialmente a nivel psicológico.  
 Yo no importaba, solo que mis padres estuvieran bien y solo así yo estaba bien. Buscaba y hacía lo que pudieran necesitar ,siempre pendiente, era  su sombra.
Me adelantaba a sus necesidades y buscaba decir lo que necesitaban oír."

Esclarecedor,¿verdad? Pues bien, intenté hacerle ver a esta chica lo que se parecía ese párrafo suyo a este de Alice Miller, de "El drama del niño dotado":

"La adaptación del niño a las necesidades de los padres conduce a menudo al desarrollo de la "personalidad como si", o el falso Yo. La persona desarrolla una conducta en la que sólo muestra lo que de ella se desea, y se fusiona totalmente con lo mostrado. El verdadero Yo es incapaz de desarrollarse porque no puede ser vivido. Las necesidades de los padres son lo único que importa, y así el niño es sacrificado y se mata todo lo que de espontáneo y vital había en él. Los padres, al utilizar al niño en vez de amarlo, encuentran en el falso Yo del niño la aprobación que buscaban, la seguridad que les faltaba. El niño, en cambio, desconoce sus verdaderas necesidades y es un extraño para sí mismo. Al niño se le prohibieron todos los sentimientos que causaban desconcierto a sus inseguros padres, como la ira, la rabia o la tristeza, y ahora el niño ya no sabe sentir, su alma fue cruelmente mutilada. El niño reniega de sus más profundos sentimientos porque sabe que le ocasionarían la pérdida del amor de sus padres, y eso para él equivale a la muerte. Porque sus padres no lo quieren a él, sino a su falso Yo, ese niño que se desvive por la felicidad de sus padres, pero que no sabe en qué consiste su propia felicidad."

Fue inútil. Su reacción fue también "violenta", concretamente bloquearme en su blog. Esta chica, como diría Alice Miller, "no quiere saber nada de su propia historia, y, por consiguiente, tampoco sabe, que en el fondo, se halla constantemente determinada por ella, porque sigue viviendo en una situación infantil no resuelta y reprimida. No sabe que teme peligros que dejaron de existir hace mucho tiempo".
Es inútil. No intenten convencer a nadie de que Alice Miller tenía razón. Resérvense ese conocimiento para ustedes mismos, pero no lo compartan, nadie les entenderá, nadie querrá entenderles.


8 comentarios:

  1. Gracias, sé que es difícil predicar en el desierto, aún que estés rodeado de mucha gente pero sin el deseo de escuchar...Saludos

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  2. Bueno, siempre habrá alguien, aunque sean pocos, que quiera escuchar y entender. Un saludo.

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  3. No has predicado en el desierto. Gracias a tu blog he conocido a Miller. !Cuanta liberación! Hace años que buscaba respuestas, por fin las encontré. He frenado toda la ira contra el maltrato que he sufrido con mi cuerpo para no dañar a mis hijos, a ciegas sin saber que estaba haciendo. Mis hijos son felices, estan sanos, han sido respetados, yo tengo una enferdad autoinmune, que apareció poco después de nacer mi hija, ahora sé que no por casualidad. Y aunque estoy enferma , sé por que y agradezco a mi cuerpo su sabiduría y su fortaleza. Me he atacado a mi misma para no herir a mis hijos. He parado la cadena de maltrato. Y ahora, 8 años después, lo he entendido todo. Gracias eternas!

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    1. Me ha emocionado tu comentario. Un abrazo.

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    2. Hola buenas algún correo o alguna forma de ponerme en contacto contigo??? Borjacocatortosa@gmail.com es mi correo. Saludos.

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  4. Hoy Encontre una gotita de agua en el desierto.
    Gracias!Habia leido a Alice Miller hace muchos años pero no El cuerpo nunca miente. Volvere a replantearme ser fiel a mi historia , a la historia de mi dolorosa infancia.
    Ojalá me quede tiempo. Gracias otra vez.






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  5. Un regalo para el proceso que estoy viviendo.

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